Los supermercados son maestros en el arte de influir en nuestras decisiones de compra. A través de diversas técnicas de marketing.
Los productos de poca demanda se colocan en áreas estratégicas y de fácil acceso, como los pasillos principales y las estanterías a nivel de los ojos.
Los artículos de primera necesidad, como lácteos y productos básicos, se sitúan en áreas separadas y estanterías bajas, lo que requiere que los clientes recorran todo el supermercado y pasen por otros pasillos llenos de productos atractivos en su camino.
Compras impulsivas, como golosinas y revistas, se ubican cerca de las cajas registradoras, donde es más probable que los clientes los añadan a su compra de último momento mientras esperan su turno.