¿Estamos viviendo los eventos… o solo posando en ellos?

La era de lo "instagrameable"

¿Vivimos los eventos, o sólo posamos en ellos?

Ya sea un festival, feria o presentación de marca, muchos eventos siguen el mismo patrón: neones, letras gigantes, plataformas 360º, zonas chill… Todo diseñado para que saques el móvil y subas una foto.
Lo que antes era un detalle simpático, ahora parece obligatorio. ¿Estamos creando experiencias o solo decorados?

Si no hay foto, parece que no ocurrió.
Los eventos se diseñan pensando en lo visual: rincones “cuquis”, colores llamativos, todo listo para Instagram.
No es mala estrategia: si el público comparte, el evento se multiplica.
Ya ni hace falta un community manager: cada historia cuenta.
Pero… ¿y la experiencia real?

El problema es cuando todo se vuelve fachada. Ya no importa lo que pasa, sino lo que se publica.
Sí, el rincón para la foto está bien, pero… ¿Cómo fue el concierto? ¿Hubo colas? ¿La comida llegó a tiempo?
Algunos eventos lucen en redes, pero decepcionan en la vida real.
Una foto puede engañar; la experiencia no.
Si solo cuidas lo visual, el evento acaba pareciendo un decorado de cartón piedra.El problema es cuando todo se vuelve fachada. Ya no importa lo que pasa, sino lo que se publica.
Sí, el rincón para la foto está bien, pero… ¿Cómo fue el concierto? ¿Hubo colas? ¿La comida llegó a tiempo?
Algunos eventos lucen en redes, pero decepcionan en la vida real.
Una foto puede engañar; la experiencia no.
Si solo cuidas lo visual, el evento acaba pareciendo un decorado de cartón piedra.

No todo es postureo (o no debería serlo).
No se trata de criticar lo instagrameable, sino de ponerlo en su lugar.
Está bien cuidar la estética, pero también importa lo que no sale en la foto: el ambiente, la música, la atención al detalle, esos momentos que se viven, no se graban.
Hay que diseñar para todos los sentidos, no solo para la cámara.

Al final, lo importante no es cuántas fotos se suben, sino cuántas emociones deja un evento.
Una charla que te remueve, una canción que te eriza la piel, una conversación que te marca… eso no se sube, pero se queda contigo.

Un evento de verdad no es el que más se comparte, sino el que más se recuerda.
Y sí, seguimos queriendo fotos bonitas. Pero también queremos vivir momentos reales.

 

Porque lo que se ve… gusta.
Pero lo que se vive… se queda.

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