Cuando llegas a un evento, todo parece perfectamente organizado, pero lo que no se ve es el trabajo invisible que lo hace posible. Solo 24 horas antes, el lugar era un caos controlado, lleno de técnicos, cables y decisiones de última hora. Es la cara B de los eventos: madrugones, contratiempos y un equipo técnico que trabaja sin descanso para que todo esté listo cuando se abran las puertas.
