Cómo se produce un evento en 24 horas

Lo que pasa detrás del telón

Cómo se produce un evento en 24 horas

Cuando llegas a un evento, todo parece perfectamente organizado, pero lo que no se ve es el trabajo invisible que lo hace posible. Solo 24 horas antes, el lugar era un caos controlado, lleno de técnicos, cables y decisiones de última hora. Es la cara B de los eventos: madrugones, contratiempos y un equipo técnico que trabaja sin descanso para que todo esté listo cuando se abran las puertas.

El día previo al evento es crucial: todo lo que se ha planeado durante meses tiene que materializarse en horas. Desde primera hora, llegan camiones, estructuras, sonido, luces… y el espacio empieza a transformarse a contrarreloj. Se montan escenarios, se conectan generadores y se ajusta cada rincón mientras producción resuelve dudas en tiempo real.


Los timings están perfectamente medidos y no hay margen de error: si una tarea se retrasa, afecta a todas las demás. El montaje se organiza por franjas horarias muy concretas, y entre llamadas, walkies y ajustes de última hora, el equipo entero se mueve como un engranaje bien afinado.

En todo evento, los contratiempos son la norma. Siempre surge algo: acreditaciones que faltan, fallos técnicos, retrasos o incluso lluvia. La diferencia la marca un equipo que sabe reaccionar sin perder los nervios.


Detrás de cada show hay un ejército invisible: técnicos, montadores, producción, seguridad, limpieza… todos trabajando en cadena, coordinados al segundo.


Cuando el público entra, empieza la magia. Pero lo que parece sencillo ha sido el resultado de días de esfuerzo, ajustes y soluciones improvisadas que nadie ve… pero todos disfrutan.

Un evento no es solo lo que se ve. Es también todo lo que se hace cuando aún no hay nadie mirando.


Y aunque no aparezcan en las fotos ni en los titulares, los que están detrás del telón son quienes hacen posible que, una vez más, todo funcione.

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